Tokio 2020 extrañará a Usain Bolt y Michael Phelps
*Llegaron juntos en Atenas 2004 y se van después de triunfar en los Olímpicos de Río de Janeiro 2016.
(Con información de agencias y el Diario de los Deportistas/ESTO).- Si existieron dos atletas de este siglo que dominaron de manera universal sus respectivas disciplinas estos fueron el hombre más veloz sobre la tierra, en su momento, el jamaicano Usaint Bolt y el Tiburón de Baltimore y multi laureado nadador, Michael Phelps.
Llegaron juntos y juntos se fueron. Usain Bolt y Michael Phelps compartieron por años ese lugar de privilegio destinado para los momentos memorables. El jamaiquino dominaba la tierra mientras que el estadounidense era el dios del agua, a su retiro, sin embargo, ambos ganaron el cielo. Los Juegos de Tokio extrañarán a los dos atletas olímpicos más dominantes del siglo. El vacío que dejan será difícil de llenar, aunque el deporte siempre tiende a sorprendernos.
Hay una imagen de Michael Phelps que domina su recuerdo. Es el Tiburón de Baltimore, con los brazos estirados, y las medallas que le cuelgan como hojas en un árbol. En cada costado alguien le ayuda a soportar el peso, como una buena metáfora de lo mucho que representa. El nadador estadounidense ganó 28 preseas en cuatro ediciones, 23 de ellas fueron doradas.
La historia olímpica de Phelps comenzó a gestarse en Atenas 2004. En la tierra de los dioses, el nadador se apoderó de las aguas con ocho medallas en las ocho pruebas en las que compitió. Seis de oro y dos de bronce fueron suficientes para mandar el claro mensaje de que una nueva deidad había llegado al olimpo.
En Beijing 2008 el Tiburón de Baltimore no hizo más que refrendar las sensaciones. Si las ocho medallas de Atenas parecían insuperables, el estadounidense mejoró el registro y los dos bronces del 2004 los convirtió en oro, subiendo a lo más alto del podio en cada una de sus pruebas.
A partir de ahí, el valor de Michael Phelps radicó en su capacidad para hacer del tiempo una cuestión relativa. En los Juegos Olímpicos de Londres, cuando algunos le ponían ya el mote de veterano, Phelps sumó otras seis medallas, cuatro de ellas de oro y dos platas.
Los Juegos Olímpicos de Río, en el 2016, ya consolidado como el más grande de todos los tiempos, fueron lo más parecido a un homenaje a la continuidad. El estadounidense se quedó muy cerca de ganar seis metales dorados, sin embargo, Joseph Schooling, de Singapur, lo derrotó en los 100 metros mariposa, la prueba que elevó a Phelps a latitudes insospechadas y que en el cierre de su carrera lo descubrió humano, cuando llegó el momento de decir adiós.
La figura de Usain Bolt es igual de apasionante. En la naturaleza de su deporte, el jamaicano necesitaba menos de 10 segundos para sorprender al mundo. Su legado quedó en ocho medallas olímpicas, todas de oro, como si el velocista no entendiera otra forma de competir más que ganando.
Aunque parezca difícil de creer, en Atenas, su juventud y una lesión le jugaron en contra, sin embargo, fue en los Juegos de China, en el 2008, donde tomó el mando y nunca más lo soltó. Individualmente, el jamaicano ganó de forma inapelable sus dos pruebas, los 100 metros y los 200, sin embargo, una descalificación en el relevo de 4×100 debido a un dopaje de su compañero Nesta Carter le quitaron un oro que parecía cantado.
Para el 2012 Bolt ya llegaba con la etiqueta de fenómeno. El récord mundial implantado en 2009, donde corrió los 100 metros en 9.58 segundos, hablaban de un atleta superior. El velocista no decepcionó y nuevamente se mostró intratable, al ganar tres preseas doradas, con récord olímpico incluido al correr los 100 en 9.63 segundos. Además de la revancha que supuso la victoria en el relevo, esa que una cuestión ajena le había negado.
En Río 2016, el veterano demostró una vez más su complicidad con el tiempo. Pese a que los años no suelen pasar en vano, el jamaicano puso fin a su carrera con otros juegos perfectos, al ganar los tres oros, en las tres pruebas de siempre. El rey de la velocidad había dado su última gran exhibición.
Se escribirán más historias en Tokio 2020, la gimnasta Simone Biles está llamada a convertirse en una leyenda más de la justa, sin embargo la ausencia de Bolt y Phelps se sentirá en los próximos Juegos Olímpicos.