Les hacen justicia a Tony Oliva y Orestes Miñoso en LMB, van a Cooperstown
Minneapolis, Minnesota (Información de agencias).- El cubano Tony Oliva había esperado por la llamada del Salón de la Fama durante 45 años y esta era su última oportunidad de que fuera reconocida su larga trayectoria en las Grandes Ligas, y fue electo junto a compatriota Orestes Miñoso, ya fallecido desde el 2015, como nuevos integrantes de Cooperstown..
Oliva y Miñoso fueron elegidos tras la votación de dos comités de veteranos. Acompañarán a Buck O’Neil, defensor de peloteros negros dentro y fuera de los diamantes, así como a Gil Hodges, Jim Kaat y Bud Fowler.
Oliva y Miñoso se unen a Atanacio “Tany” Pérez, Martín Dihigo, José Mendéz y Cristóbal Torriente como los jugadores nacidos en Cuba en el Salón de la Fama.
Oliva y Kaat, ambos de 83 años y excompañeros en los Mellizos de Minnesota, son los únicos dos nuevos miembros que siguen con vida. El toletero Dick Allen, quien murió en diciembre pasado, se quedó corto por un voto.
Tony Oliva es se los destyacsdo extranjeros en la pelota mexicana, quien no solo tuvo una carrera de 16 años en Grandes Ligas, sino que también fue un elemento destacado en la Liga Mexicana del Pacífico.
Primero como jugador con Cañeros de Los Mochis, y luego como mánager con Algodoneros de Guasave, al que llevó al liderato general en la temporada 1980-81.
Oliva llegó primero como jugador de Cañeros en la temporada 1969-70, en la que todavía era llamada Liga Invernal Sonora-Sinaloa. En 25 juegos disputados, el cubano, que estaba cerca de llegar a Grandes Ligas (llegó en 1961), bateó para .385 con 12 jonrones y 29 carreras producidas.
Ese año del 69, se convirtió en el segundo jugador bateador en la historia en pegar tres jonrones en un juego. Lo hizo el 26 de noviembre contra Venados de Mazatlán.
El primero en inaugurar ese rubro, fue Carlos “Bobby” Treviño, quien lo había hecho el 31 de diciembre de 1968.
Su talento lo hizo regresar a la pelota invernal azteca, ya convertida en Liga Mexicana del Pacífico, puesto que ya se había agregado a la Confederación del Caribe, con el mismo Cañeros de Los Mochis.
En la campaña 70-71, participó en 29 duelos, en los que bateo para .404 con tres obuses y 18 carreras remolcadas.
Posteriormente, volvió a Cañeros como mánager en la temporada 1977-78 y de ahí 1980-81 fue Guasave, ahora como mánager de Algodoneros, equipo al que metió a las semifinales, y lo hizo quedar en el tercer lugar general de aquella campaña. En la primera vuelta, Oliva hizo quedar a Algodoneros como líder absoluto con marca de 28-16 en 44 juegos disputados, cosechando ocho puntos.
La segunda mitad fue dura, pero alcanzó a quedar en cuarto lugar (21-21 en 42 juegos), para lograr cinco puntos, que, sumados a los ocho de la parte inicial, llegó a 13, con los que fue líder general del torneo.
Ese año calificaron Algodoneros (13 pts), Yaquis de Ciudad Obregón (12), Naranjeros de Hermosillo (10) y Marineros de Guaymas (10).
Por su parte, Orestes Miñoso, quien tuvo un dato histórico en MLB, donde jugó en cinco décadas distintas. En la pelota mexicana en los sesentas y setentas, en la Liga de Beisbol (LMB) jugó con Unión Laguna en Torreón y Charros de Jalisco y fue entronizado al Salón de la Fama de la pelota mexicana en 1996.
En 1965 pisó suelo mexicano para jugar en los diamantes aztecas, en el caso de la Liga Mexicana del Pacífico, para las novenas de Hermosillo y Mazatlán.
Su estadía no fue muy larga y sus números no son históricos, pero se convirtió en un atractivo inmediato para los aficionados y en un rival de temor para los lanzadores. En dos oportunidades conquistó el título de bateo (1966-67 y 69-70), en ambas ocasiones con promedios por encima del .340, mientras en la campaña 69-70, compartió el liderato de dobles conectados.
Varios de sus amigos y seres queridos que llenaron al hogar de la leyenda de los Mellizos en Bloomington, Minnesota de cara al anuncio del Comité de la Era Dorada el domingo estuvieron allí en dos ocasiones anteriores, cuando Oliva no fue elegido — resultando en más años de espera. La última vez había sido hace siete largos años, cuando quedó fuera por un voto.
“No sabía si me iban a llamar hoy y no quería que toda la gente aquí se fuera otra vez decepcionada”, dijo Oliva. “Todo el día estaba pensando que si no me llamaban, ya no había más oportunidades”.
En vez del final triste, el domingo marcó un nuevo comienzo para Oliva — el inicio de su inmortalización en Cooperstown, Nueva York.
Una de las figuras más queridas en la historia del club de Minnesota, Oliva finalmente fue elegido como parte del grupo que ingresará al Salón de la Fama en el 2022 después de que recibió el 75% de los votos necesarios por parte de los 16 miembros de la Era del Comité de la Era Dorada. Oliva será exaltado el 24 de julio del 2022, junto a su compañero en los Mellizos, Jim Kaat, quien fue seleccionado por el mismo comité el domingo.
Aparte de Oliva y Kaat, el Comité de la Era Dorada también eligió al también cubano Orestes ‘Minnie’ Miñoso y Gil Hodges. El Comité de la Era Inicial del Béisbol le dio el llamado a Bud Fowler y Buck O’Neil.
Oliva y Kaat se convertirán en el quinto y sexto miembros de los Mellizos en ingresar al Salón de la Fama, acompañando a Harmon Killebrew, el panameño Rod Carew, Kirby Puckett y Bert Blyleven, siendo este último parte del comité que eligió a Oliva. Además, con Miñoso y Oliva ahora, son seis los cubanos inmortalizados en Cooperstown.
“Mi madre, mi padre, mis hermanos, algunas hermanas, nunca me vieron jugar”, expresó Oliva. “Ojalá estuvieran aquí hoy, pero están en el cielo ahora, mi padre y mi madre. Hubieran estado muy orgullosos de que un muchacho del campo en Cuba ahora está en el Salón de la Fama”.
Ese muchacho de Pinar del Río ha causado un impacto duradero en su comunidad de las Ciudades Gemelas como pocas figuras del deporte en Minnesota lo han hecho. Oliva jugó toda su carrera de 15 años con los Mellizos de 1962 a 1976, encabezando el Joven Circuito en imparables en cinco ocasiones y convirtiéndose en el primer jugador en la historia de la Liga Americana/Nacional en conquistar títulos de bateo en sus primeras dos campañas. Fue premiado como Novato del Año de la Americana en 1964.
Durante su apogeo de ocho años de 1964 a 1971, fue convocado al Juego de Estrellas en cada una de esas temporadas, llevándose tres títulos de bateo, liderando el Joven Circuito en dobletes cuatro veces e impresionando a todos por lo completas que fueron sus capacidades de defensa, bateo y trueno que lo hicieron una amenaza en la caja de bateo. Además, ayudó a Minnesota a conquistar su primer título de la Liga Americana en 1965 (como su encarnación de “Mellizos”).
“Siempre dije que si Rod Carew está en el Salón de la Fama, él también pertenece ahí”, manifestó Kaat sobre Oliva. “Harmon Killebrew está ahí — 573 jonrones; él pertenece ahí. Pero si les preguntas a receptores como el fallecido Bill Freehan, Andy Etchebarren — a cada catcher de esos años en la Liga Americana — al que todos le temían era a Tony”.
Entonces, ¿por qué le tomó tanto tiempo a Oliva para recibir su puesto en el Salón de la Fama? Puede ser por los problemas en una rodilla que acortaron su apogeo, y probablemente su carrera, que surgieron por una dolencia que sufrió en 1971 al zambullirse para realizar una atrapada – dolencia que le costó la mayoría de la campaña de 1972 y lo obligó a fungir como bateador designado en los últimos cuatro años de su carrera, en los que jugó con bastante dolor y a un menor nivel del que había demostrado antes.
Pese a una línea ofensiva de .304/.353/.476 en su carrera — principalmente producto de su excelente apogeo — Oliva no llegó a los 2,000 imparables (terminó con 1,917) y no alcanzó hito alguno, con 220 cuadrangulares y 329 dobletes. Eso probablemente fue el motivo por el que la Asociación de Escritores de Béisbol de Norteamérica (BBWAA por sus siglas en inglés) no lo eligieron cuando estuvo en la boleta en 1996 y por la espera de 45 años.
“Eso no me ha afectado para nada, porque me siento afortunado”, declaró Oliva. “Nunca jugué Pequeñas Ligas, ni en la secundaria, ni en la pelota amateur en Cuba, ni nada de eso… íbamos a un árbol, cortábamos una rama y hacíamos un bate porque éramos pobres. Vivíamos en el campo. No teníamos todo el equipo que ahora existe. Mi amor era jugar pelota. Quería ser un bateador. Quería ser mejor que el siguiente en el terreno”.
Efectivamente, Oliva cumplió esa meta durante su mejor momento, pero no solamente eso lo hace una de las personas más queridas en la comunidad de la región de Minneapolis/St. Paul hasta el día de hoy.
Tras su carrera como jugador, Oliva continuó viviendo en las Ciudades Gemelas y se integró al grupo de coaches de los Mellizos, fungiendo como coach en 1987 cuando el club conquistó su primer título de Serie Mundial y como el coach de la banca en 1991, cuando Minnesota ganó su segundo campeonato. Es la única persona que ha estado en la cueva para cada una de las tres ocasiones en que el club se ha coronado campeón de la Liga Americana: 1965, 1987 y 1991.
Incluso ahora, décadas después de sus años como instructor, Oliva es una presencia fija en la organización de los Mellizos como comentarista en las transmisiones radiales en español y como asesor especial de la gerencia, recorriendo el estadio con historias y consejos de bateo — hasta paseando por las gradas para saludar a los aficionados y tomándose fotos en los puestos de «Tony O’s Cuban Sandwiches» durante los partidos.
“Desde su prodigiosa carrera en el terreno, hasta en la cabina de transmisiones y los corazones de los aficionados en toda nuestra región, Tony personifica lo que verdaderamente significa ser un miembro de los Twins de Minnesota y ha sido uno de los más grandes embajadores de esta organización desde su llegada”, señaló el presidente del equipo, Dave St. Peter, por medio de un comunicado.
“Tony O”, como se le conoce por todo el Target Field, desde hace mucho tiempo ha asegurado su puesto en el corazón de todos en el territorio de las Ciudades Gemelas. Ahora, eternamente también tendrá su puesto en Cooperstown.